Para mí, esta caja de "cosas viejas" no es un montón de objetos inútiles listos para desechar. Es, en realidad, mi tesoro más preciado y mi archivo personal de la felicidad. Cada uno de estos elementos –desde la carta garabateada con un "Te amo, Mami" , el dibujo del sol con piernas, hasta la foto borrosa de unas vacaciones– es una reliquia del corazón. Son los fragmentos tangibles de los momentos que definieron y construyeron nuestra familia. Cada Carta: No es papel. Es una voz pequeña que me decía cuánto me querían, un esfuerzo puro de sus manos aprendiendo a escribir. Cada Dibujo: Es una ventana a su imaginación, una etapa de crecimiento capturada en crayón y papel. Cada Recuerdo: Es una huella digital del tiempo, un ancla a la persona que ustedes fueron y al inmenso amor que siempre hemos compartido. Mientras para ustedes puede ser el pasado, para mí es la prueba viviente de que fui, y sigo siendo, su mamá. Es la historia de nuestro amor contada por ustedes...
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